¿Qué cambios tienen que afrontar los profesores para
poder llevar a cabo las escuelas inclusivas?
La formación del
profesorado para la diversidad será útil para desarrollar una educación de
mayor calidad para todos si se configura como un aspecto del sistema educativo
que ayuda al cambio de la cultura profesional docente (reconstrucción de sus
procesos de identidad y desarrollo profesional), en un contexto abierto a todos
y orientado por valores inclusivos. No se trata pues de una formación
individual para el desarrollo profesional aislado, sino más bien de una
capacitación personal para participar de una actividad docente que permita el
desarrollo profesional del profesorado y la mejora del centro.
En este sentido,
la formación deberá ir orientada a la creación de un profesional que reflexiona
sobre su práctica, en el seno de una organización educativa; que colabora
activamente para mejorar su competencia y la del centro; y que actúa como un
intelectual crítico y consciente de las dimensiones éticas de su profesión
La preocupación
por la escuela inclusiva se ha convertido pues en uno de los mayores retos que
actualmente deben afrontar los sistemas educativos, los centros, el profesorado
y la sociedad. En efecto, mientras que en los países en desarrollo la
preocupación se centra en cómo millones de niños y niñas pueden acceder a la
educación formal, los países más ricos ven como muchos jóvenes acaban su
escolarización sin obtener la titulación correspondiente, o simplemente
abandonan el centro, o bien están emplazados en diversas modalidades de
educación especial que pueden suponerles una limitación en sus oportunidades
educativas (Ainscow y César, 2006).
¿Cómo poder llevar a la realidad los centros
inclusivos?, ¿Qué estrategias podemos emplear para ello?
Hacer realidad
un centro inclusivo es, ni más ni menos, que acoger en una misma escuela a
todos los alumnos sin excepción, sean cuales sean sus características
personales, por razones éticas y psicopedagógicas.
¿Cómo hacerlo?
En primer lugar
adaptando el aprendizaje a las necesidades del niño, cuyas diferencias son
normales, y que no tenga que ser el niño el que se adapte al proceso educativo.
En segundo
lugar, asumiendo el hecho de que muchos niños, no sólo los que tienen alguna
discapacidad, experimentan dificultades de aprendizaje y tienen, por lo tanto,
necesidades educativas especiales en algún momento de su escolarización.
En tercer lugar,
acogiendo en el centro educativo a todos los niños, independientemente de sus
condiciones físicas, intelectuales, sociales, emocionales, lingüísticas o del
tipo que sean.
En cuarto lugar,
encontrando la manera de educar con éxito a todos los niños, incluso aquellos
que tienen discapacidades graves, que deben incluirse en los planes de estudio
elaborados para la mayoría de los niños y niñas.
Y en último
lugar, haciendo que las escuelas se centren en el niño como forma de construir
una sociedad centrada en las personas que respete tanto la dignidad como las
diferencias de todos los seres humanos.
¿Qué estrategias
empleamos para ello?
Hay que utilizar
fundamentalmente estrategias que promuevan las interacciones sociales positivas
entre los alumnos con capacidades diferentes y los alumnos corrientes y que
favorezcan un clima de aceptación y respeto mutuo. Destacaríamos sobre todo
estas tres estrategias:
a)
Enseñar y desarrollar las habilidades sociales
apropiadas a los alumnos con discapacidad, los cuales han de aprender a
relacionarse con las otras personas de forma adecuada.
b)
Enseñar y motivar a los alumnos corrientes a
participar activamente en la integración de sus compañeros discapacitados.
También a conocer a sus compañeros con alguna discapacidad y a relacionarse con
ellos.
c)
Promover
y optimizar la interacción entre iguales de los alumnos con discapacidad
diferentes y de los alumnos corrientes. Unos y otros sólo podrán poner en
práctica las habilidades sociales que se les enseñan en la medida que tengan la
ocasión de compartir de forma continuada espacios, tiempos y actividades.
Existen modelos de inclusión, si es así, ¿cuál se
podría emplear?
Existen formas
diferentes de conseguir la intervención didáctica para atender a la diversidad
en la escuela.
Desde nuestro
punto de vista el modelo inclusivo es el que llevaríamos a cabo por ser el más
completo y el que reúne todas las características necesarias para lograr la
atención adecuada de todos los alumnos de un centro educativo y no sólo de los
que tienen alguna discapacidad.
El modelo
inclusivo es quizás el único que reúne todos los principios generales para
atender a todos los alumnos de un centro, sean cuales sean sus características.
En primer lugar
el principio inclusivo que garantiza que el alumnado con discapacidades
importantes pueda escolarizarse en un centro corriente libremente elegido por
los padres y además pueda participar en las actividades generales, en la vida
del centro y en la enseñanza y aprendizaje como los demás.
También engloba
este modelo el principio de normalización, que garantiza que se va a tratar a
todos los alumnos, tengan o no discapacidad, de la misma manera evitando
actitudes diferenciadoras.
Otro principio
importante presente en el modelo que hemos elegido para emplear es el de la
personalización que nos garantiza, que además de tratar a todo el mundo igual,
lo hacemos también a cada uno de acuerdo a sus características personales, para
no ser injustos.
Y, por último,
nos ha parecido el modelo ideal para emplear porque también recoge el principio
de igualdad de oportunidades. Es decir, sostiene que tratar a todos igual de
forma personalizada no es dividir los recursos en partes iguales, sino dar a
todos los recursos que requieren en función de sus necesidades educativas.
¿Disponemos de materiales y estrategias para la
perspectiva de una escuela inclusiva?
Existe un
conjunto de materiales diseñados para apoyar a los centros educativos en el
proceso de avance hacia escuelas inclusivas, que se ha diseñado teniendo en
cuenta los puntos de vista del equipo docente, de los miembros del consejo
escolar, del alumnado de las familias y de otros miembros de la comunidad que
es el llamado Index.
Este conjunto de
materiales ha sido elaborado durante años por un equipo de docentes, padres,
miembros de los consejos escolares, investigadores y un representante de las
asociaciones de discapacidad con amplia experiencia en iniciativas de
desarrollo de formas de trabajo inclusivas.
Con este
material podemos planificar el proceso de cambio progresivo en la innovación
educativa, además de generar cambios en la cultura y en los valores que
posibiliten a los docentes y a los alumnos adoptar prácticas inclusivas que van
más allá de cualquier prioridad particular.
El index se centra en todos los aspectos
de la vida escolar y se ocupa de la participación de todos los miembros de las
comunidades educativas. Además ayuda a que los centros educativos realicen un
análisis crítico sobre lo que se puede hacer para mejorar el aprendizaje y la
participación de todo el alumnado en el centro y en su localidad.
Por tanto,
debemos concluir que sí existen herramientas para que los centros
educativos puedan analizar lo que hacen,
con el fin de determinar prioridades de cambio y poner en práctica estas
prioridades. Aunque también somos conscientes de que la escuela no siempre tiene
el poder suficiente para acabar con todas las barreras necesarias para lograr
la inclusión educativa, porque en ocasiones éstas residen en contexto sobre los
que el centro educativo no tiene ningún control.
Y al igual que
existen herramientas, existen también estrategias con las que podemos contar
para la consecución de una escuela inclusiva:
a)
La
de modificar las actitudes de los alumnos corrientes por medio de la introducción
en el currículum de contenidos relacionados con las diferencias individuales o
las discapacidades.
b)
La
de incluir también en el currículum general del centro contenidos relacionados
con las habilidades sociales adecuadas que cualquier persona debe dominar y
aplicar en su vida.
c)
La
de acoger a los alumnos con problemas como un compañero más, haciendo que
participe activamente en el grupo, en las actividades, en el aprendizaje y, si
es necesario, ceder algo para asegurar al máximo su participación.
d)
La
de acoger no porque alguien sea inferior, porque sabe menos, tiene más
problemas, o habla otra lengua y es de otra cultura, sino porque queremos
aprender juntos, sin superiores ni inferiores.
e)
La
de hacer una escuela que valore a todo el mundo, para que no se sienta
excluido.
f)
La
de desarrollar una pedagogía positiva para que los niños y niñas sean valorados
por los adultos y de esta forma aumente su autoestima.
¿Qué papel tiene El currículo en las escuelas
inclusivas?, ¿es una ayuda?, ¿cuál ha de ser la visión de éste para atender a
la diversidad?
El papel que
juega el currículo en las escuelas inclusivas es fundamental. No podemos
olvidar que uno de los instrumentos
básicos a la hora de plantearse cómo hacer realidad la inclusión es a través
del enfoque, diseño y desarrollo del currículo escolar.
Ahora bien
debemos tener cuidado para que el currículo sea una ayuda. Y es que éste puede
constituirse en un elemento favorecedor o, por el contrario, ser una barrera
que dificulta las dinámicas de pertenencia y participación en la vida escolar
de determinados alumnos, así como un impedimento para promover la igualdad de
oportunidades de aprendizaje.
Para que el
currículo escolar esté realmente al servicio de la diversidad tiene que
proporcionar oportunidades a los estudiantes para que todos logren los
aprendizajes necesarios y desarrollen al máximo sus capacidades. Lo que se
enseña y aprende en la clase dependerá de las características personales de
cada alumno, de sus experiencias previas, valores y bagaje escolar.
Para hacer
realidad un currículo de este tipo, éste debe alejarse de los planteamientos
prescriptivos y rígidos, centrados en muchas ocasiones exclusivamente en el
libro de texto. Se debe partir de la consideración de que cada alumno tiene su
propia base de conocimientos, un ritmo de aprendizaje propio, diferentes
expectativas e intereses, etc., por lo que difícilmente, a través de una única
forma de concebir la cultura (currículo planificado de forma rígida e idéntico)
y a través de un único libro (por muy completo que sea) se puede considerar las
peculiaridades de cada alumno. Sólo si compartimos esta visión, el currículo
escolar atenderá a la diversidad.
Un currículo
abierto a la diversidad de los alumnos no es solamente un currículo que ofrece
a cada uno de ellos lo que necesita de acuerdo con sus capacidades, cultura o
género. Ni tampoco es un currículo que incorpora alguna unidad didáctica
relacionada con las distintas etnias, la igualdad social o el papel de la
mujer, por ejemplo. Debe ser un currículo que se plantea a todos los alumnos
para que cada uno aprenda quienes son los otros y qué debe incluir, en su
conjunto y en cada uno de sus elementos, la sensibilidad hacia las diferencias
que hay en la escuela.
A pesar del
compromiso teórico de que el currículo sea un instrumento culturalmente plural,
si no se logra que en la práctica del aula se descubran y valoren las diferentes
culturas, siempre la cultura dominante eclipsará a otros acercamientos y
manifestaciones culturales.
Los centros
educativos tienen que planificar, tanto en sus estructuras de coordinación y
directivas, como en su currículo educativo, acciones y planes concretos para
responder a todos sus alumnos con excelencia y equidad. Para ello hay que
introducir objetivos del tipo:
-
Analizar
la diversidad en distintos contextos
-
Conocer
los rasgos culturales de los alumnos.
-
Posibilitar
la vivencia y la expresión de la diferencia.
-
Facilitar
la interacción, la comunicación y el intercambio de referentes culturales.
-
Valorar
la diferencia cultural por sí misma.
Es mucho más
efectivo hacer modificaciones en el currículo contando con la intervención de
los propios alumnos, pidiéndoles que hagan sugerencias para adaptar unidades,
contenidos, ejemplos, y modificándolos de acuerdo a sus propios intereses.
¿Cómo hacer que cambien los centros hacia una visión
inclusiva?
En la visión inclusiva el aula regular se asume como el lugar apropiado
para llevar a cabo el proceso educativo. Los docentes del aula son los
responsables directos de todos sus alumnos y por ello cuentan con los apoyos y
soportes que requieren para responder a las necesidades de sus alumnos.
Es la clase la que requiere apoyo para responder a todos los alumnos. Desde un
enfoque inclusivo se proponen los siguientes cambios:
Para que un centro gire hacía una visión inclusiva en él debe cuidarse
mucho el momento de organizar la clase. Los profesores tomamos una serie de
decisiones –con frecuencia de una forma más o menos intuitiva- en relación, por
ejemplo, con la distribución del tiempo en la explicación de los contenidos
y en la práctica, en el trabajo individual o en el colectivo. El conjunto
de estas decisiones configuran una determinada estructura de aprendizaje, que
no varía únicamente entre un profesor y otro, sino incluso en un mismo
profesor, según las características del grupo de alumnos.
No basta con decir o llamar a un aula «inclusiva» para que realmente lo
sea. No es una cuestión de nombre, sino de lo que ocurre en ella. Todos los
alumnos tienen que sentir que son bienvenidos y partícipes del grupo. Además,
es característico que el clima de clase sea de confianza, en donde los alumnos se sientan seguros para
preguntar cuando no sepan algo, tengan dudas, que les permita percibir los
errores como parte de su proceso de aprendizaje y oportunidades para mejorar.
¿Es incompatible la educación inclusiva con la
educación de calidad?, ¿por qué?
Sin ningún género de dudas la educación inclusiva es perfectamente
compatible con la educación de calidad. La educación inclusiva es un proceso
permanente que destaca por su carácter procesual, dinámico y nunca acabado, así
como por ir dirigido precisamente a ofrecer una educación de calidad para
todos. En este enunciado está condensada la esencia dela educación inclusiva al
señalar la finalidad de este proceso y sus dos grandes objetivos: la calidad y
la calidad para todos.
En el fondo estamos ante las dos grandes aspiraciones de la educación a
lo largo de todos los tiempos: llegar a todos y hacerlo de una manera eficiente,
es decir, promoviendo el desarrollo cognitivo del educando y estimulando los valores
y actitudes de la ciudadanía responsable. La educación inclusiva no es pues un
fin, sino un medio para lograr una sociedad más justa y su fundamento no es
otro que el de los derechos humanos. La educación inclusiva es un derecho de
todos del que nadie puede verse privado.
Pero es que además una educación no puede ser de calidad si no logra que
todos los alumnos, y no sólo parte de ellos, adquieran las competencias
necesarias para insertarse activamente en la sociedad y desarrollar su proyecto
de vida en relación con los otros. Es decir, no puede haber calidad sin
equidad, aunque no faltan aquellos que piensan que una educación inclusiva no
es compatible con el logro de buenos resultados por parte todos los alumnos.
Lo anteriormente expresado nos remite a la idea de que una educación es
de calidad si da respuesta a la diversidad del alumnado, es decir si se ajustan
la enseñanza y las ayudas pedagógicas a la situación y características de cada
uno, y si se les proporcionan los recursos necesarios para progresar en su
aprendizaje. Muchos alumnos experimentan dificultades de aprendizaje y de
participación en las escuelas, como consecuencia de la rigidez y homogeneidad
de la respuesta educativa. Esta uniformidad explica en gran medida los altos
índices de repetición y deserción, que afectan mayormente a las poblaciones
cuyo capital cultural es diferente al predominante en las escuelas.
¿Cómo
se puede hacer una escuela más participativa? ¿Podemos llevarlo hacia la
sociedad?
Si partimos de la base de que una escuela es democrática y participativa
cuando es de todos los miembros de la sociedad, es decir, cuando a diferencia
de la privada, nadie la puede reivindicar para sí excluyendo de su disfrute a
los demás, nos parece que para llegar a ella habría que dar los siguientes
pasos:
1.- Consiguiendo que su organización, su control y gestión residan en la
comunidad educativa y que los intereses colectivos y comunes de todas las
personas que la integran, prevalezcan por encima de cualquier interés
particular y corporativo.
2.- Potenciando la participación hasta lograr que todos los que forman la
comunidad educativa: padres, profesorado y alumnado se comprometan en la tarea
educativa, eliminando toda suspicacia entre ambos colectivos.
3.- Trabajando para aumentar la participación del alumnado, a fin de
lograr que se sientan sujetos activos y protagonistas en el aula y en el
centro, hasta conseguir que llegue a ver y experimentar que su participación,
en los órganos de gobierno del centro, en su capacidad de reunirse y de
formular propuestas es una realidad.
4.- Planteando, con todos los medios a nuestro alcance, conseguir
que la igualdad de oportunidades en el acceso se convierta en una verdadera
igualdad de oportunidades en el proceso. Trabajando para eliminar cualquier
barrera que dificulte el desarrollo de las máximas capacidades de todo su
alumnado.
5.- Propiciando que el proyecto educativo del centro se proyecte en la
comunidad educativa, en el sentido más amplio, posibilitando la participando de
todas las personas que así lo decidan.
6.- Diseñando un currículum democrático que nos permita ir más allá de la
imposición de la cultura dominante y que tiene en cuenta las preocupaciones y
cuestionamientos del alumnado. Un currículum democrático es el que considera al
alumnado no como un consumidor pasivo, que tiene que engullir los contenidos de
los programas y/o libros de texto, sino que potencia la participación del
alumnado en la construcción del conocimiento. Es decir, se trata de una escuela
en la que todos y en especial el profesorado trabajan por que el currículum
impuesto, el oficial, no siga siendo la verdad absoluta.
La escuela participativa no puede ser ajena a la sociedad ni al
contrario. Las instituciones educativas deben rendir cuentas a la comunidad, de
la misma forma que la sociedad debe ser más vigilante y participar con la
escuela.
No debe existir una ruptura entre las instituciones educativas y la
sociedad civil, desterrando la creencia generalizada de que la educación es un
asunto de las escuelas. Muchas veces los padres centran su papel en cumplir con
requerimientos como la adquisición de textos escolares y materiales, el
suministro de útiles escolares, la asistencia eventual a reuniones, entre otras
actividades a las cuales limitan su responsabilidad. De esta forma, los padres
de familia parecen ajenos al proceso educativo.
La escuela participativa y la sociedad no pueden estar separadas. Nuestro mundo tiene graves problemas que deben ser afrontados con la participación de los ciudadanos. Ello exige la construcción de una ciudadanía verdaderamente participativa. La sociedad espera de la escuela que contribuya a educar para este tipo de ciudadanía. Es verdad que, a veces la escuela actual no puede responder adecuadamente a este requerimiento ni es la única institución responsable de este objetivo, en todo caso, hay que seguir insistiendo en una escuela participativa con programas y propuestas educativas que, pese a sus dificultades, puedan contribuir a la formación de los alumnos para ser ciudadanos participativos y comprometidos con los problemas sociales.
Bibliografía, Web grafía y medios y
recursos para la realización de nuestro trabajo:
·
Echeíta,
G; Simón C. Verdugo, M. A. y otros (2009).Paradojas y Dilemas en el proceso de
Inclusión Educativa en España. Revista de Educación, 349, pp. 153-178.
·
Carbonell.
J.L. (2009). El modelo inclusivo: política y programas en España. En Paredes,
J. y De La Herrán, A. (coords.). La práctica de la innovación educativa (2009).
Madrid: Sintesis.
·
Ainscow y Booth. (2000). Guía para la evaluación
y mejora de la Educación Inclusiva. Desarrollando el aprendizaje y la participación
en la escuelas. Center for studies of inclusive Education CSIE: Bristol UK. (Nos ha ayudado
mucho)
·
Pujolas,
P. (2006). Aulas Inclusivas y aprendizaje cooperativo.
·
López
Cruz, M. (2008). Redes de apoyo para promover la inclusión educativa: Una
revisión de algunos equipos y recursos. Revista Iberoamericana sobre
Calidad, Eficacia y Cambios en Educación. Vol. 6, Nº2.
También hemos utilizado otros recursos:
·
Los
porwer point del bloque I, facilitados por la profesora.
·
Texto:
García Pérez Calabuig, M. (2015) Del derecho a la educación la educación
inclusiva de las personas con discapacidad.
·
En
Luaces Gutierrez, A. (2015). Retos y desafíos en materia de discapacidad: Una
visión multidisciplinar. Madrid. Inap.
·
Libro:
Mel Ainscow. Desarrollo de escuelas inclusivas. Ideas, propuestas y experencias
para mejorar las instituciones escolares.
Videos vistos en clase que hemos vuelto
a ver para profundizar en nuestro análisis:
·
Buenas
Prácticas en Educación Inclusiva: https://www.youtube.com/watch?v=9fG099DL60k
·
Educación
Inclusiva. Unesco: https://www.youtube.com/watch?v=-CsxGB5JP3w
·
Fomentado
una Educación Inclusiva: https://www.youtube.com/watch?v=vKXAQsooSx8